Sunday, February 8, 2015

Triste Realidad

Si, yo tengo re en claro que me merezco un amor completo, uno que esté dispuesto a dar en la misma medida en la que doy y no esta mierda que me deja vacía, sintiendo que siempre hago todo mal y lleva mi inseguridad a niveles insospechados.
Pero esta mierda que tanto mal me hece, cuando el mundo desaparecía y quedábamos solos, cuando el mundo se quedaba en silencio y no se oía más que el murmurar de los vidrios, cuando la oscuridad lo cubría todo y parecíamos ser las últimas dos personas en el mundo, era más tibio y reconfortante que la caricia del sol de primavera, más dulce que la fruta más madura.
Durmiendo entre sus brazos disfruté por primera vez en mi vida de la tranquilidad de sentirme segura, y créanme cuando digo que de verdad no sé cómo lo lograba. Porque yo sé que nunca fue mío, que jamás fui la primera en sus pensamientos, y mucho menos la única, pero nadie puede quitarme del pecho ese sentimiento de seguridad que afloraba cuando, en mitad de la noche, sus brazos encontraban mi cintura, rodeándome entera y exigiéndole a mi cuerpo que no se alejara, que se quedara exacto donde estaba y, entrelazados en un abrazo como dos piezas del rompecabezas que encajan a la perfección, me dormía con una sonrisa en los labios.



Y ahora me dicen que nada de eso era cierto, que me lo inventé, que jamás sucedió, que no fue más que una ilusión...

Y tienen razón, porque todo me demuestra que, ni las horas en silencio mirando el techo, ni las canciones dedicadas furtivamente en algún ensayo, ni la urgencia por verme a la vuelta de un largo viaje, ni los berrinches cuando he intentado alejarme, nada de esto alcanza ni tiene peso alguno cuando el apetito es grande y hay un mundo de opciones que no pretenden exclusividad...

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